"Esa novela empezaba con un niño que se acababa de quedar huérfano de madre, que tenía miedo de no poder recordarla, que no sabía cómo hablar con su padre y que un día encontraba un libro especial, capaz de hablar sólo para él? "¡Pero, bueno!", gritó Junior en la soledad de su cuarto, como Bastian Baltasar Bach en su buhardilla, "¡pero qué morro tiene este tío! ¡Si esto está calcado de La historia interminable!". Y sí, el principio estaba calcado, pero sólo el principio. Lo demás, por desgracia, no. Y ni siquiera eso era lo más notable. Lo asombroso de verdad era que en la obra de Ende, literatura infantil sin máscaras ni complejos, no hay ni una sola trampa, ningún cabo sin atar, ningún elemento sin justificar en la impecable verdad que construye el propio libro. Y en esta novela tan exitosa, para adultos, todo sucede no ya por casualidad, sino en la exacta medida del azar que le conviene al autor para que encajen sus piezas aunque sea a martillazos, y si no, siempre aparece a tiempo una llave que lleva treinta años perdida, un benefactor anónimo, o algo más raro. Exactamente igual que en la peor literatura para niños."
Almudena Grandes en EPS
No soy la única, qué alivio!