La
exposición se propone conmemorar el cincuentenario de la muerte de
Clara Campoamor (30 de abril de 1972), una de las primeras abogadas
españolas, diputada en las Cortes de la II República durante el primer
bienio y activa feminista. Dedicó gran parte de su vida a la defensa de
la libertad y de la igualdad, principios sagrados de la democracia, y,
expresión de ellas, a la reivindicación de los derechos de las mujeres.
Clara nació en Madrid en 1888. Se cumplían cuarenta años de la
reunión de Seneca Falls (New York, junio de 1848), que articuló el
sufragismo anglosajón, y una década del primer debate en el Congreso de
los Diputados sobre el reconocimiento del derecho electoral a las
españolas. Pareciera que fuese un guiño del destino. Sin embargo, la
situación femenina en ese momento no permitía aventurar que Clara
llegase a convertirse en la figura de reconocido prestigio que alcanzó a
ser.
Huérfana de padre muy pronto, desempeñó diversos empleos antes de
cursar bachillerato ya adulta, licenciarse en Derecho (1923) e iniciar
el ejercicio de la abogacía.
Dos temas le atrajeron especialmente: la lucha contra las
discriminaciones legales que sufría la mujer y la defensa de la paz. A
los dos dedicó su actividad pública como conferenciante, abogada,
diputada y delegada de España ante la Sociedad de Naciones (1931-1933).
Feminista de arraigadas convicciones, ayudó a fundar la “Juventud
Femenina Universitaria”, el “Lyceum Club” y la “Federación Internacional
de Mujeres de Carreras Jurídicas”. En octubre de 1931 creó la “Unión
Republicana Femenina” para combatir el ambiente adverso al voto
femenino.
Clara llega a la política en las filas del Partido Radical. Es
elegida diputada en las primeras Cortes de la II República por la
provincia de Madrid, en las que destacó su alegato en pro del voto
femenino, su intervención sobre la ley del divorcio y su apoyo a las
reformas legales a favor de la mujer. Al no ser reelegida en 1933, el
gobierno radical-cedista le nombró “Directora General de Beneficencia”.
Dimitió tras la represión de la Revolución de Asturias (octubre, 1934) y
abandonó definitivamente su partido en enero del año siguiente. Al
estallar la guerra, abandonó el país, no sin antes publicar Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, donde defiende su trayectoria política. En el exilio se dedicó a escribir: prensa, traducciones, biografías…,
pero teniendo siempre en mente el regreso a España. Fracasados varios
intentos, el anhelo seguía vivo cuando falleció en Lausanne en 1972.
La muestra persigue que el visitante se acerque a la trayectoria
vital de Clara Campoamor para conocer sus luchas, sus conquistas y,
también, sus frustraciones. El recorrido aparece inscrito en un doble
contexto: internacional, referido a los primeros movimientos feministas
que informan su pensamiento, y nacional, que recoge la posición de las
mujeres en la sociedad y su evolución durante los años anteriores a la
guerra civil. Hacerlo así, permite entender el significado de su figura
en la época, el intencionado olvido al que es sometida durante el
franquismo, y la recuperación de su legado desde el retorno de la
democracia como protagonista de la memoria histórica y democrática de
nuestro país.