Anteriormente he contado a ustedes las hazañas de ejércitos, las luchas de los políticos, la heroica conducta del pueblo dentro de las ciudades; pero esto, con ser tanto, tan vario y no poco interesante, aunque referido por mí, no basta al conocimiento de la gran guerra.
Ahora voy a hablar de las guerrillas , que son la verdadera guerra nacional, del levantamiento del pueblo en los campos, de aquellos ejércitos espontáneos, nacidos en la tierra como la hierba nativa, cuya misteriosa simiente no arrojaron las manos del hombre; voy a hablar de aquella organización militar hecha por milagroso instinto a espaldas del Estado, de aquella anarquía reglamentada, que reproducía los tiempos primitivos.
Novena novela de la primera serie de Los Episodios Nacionales, sin abandonar la trama guerrillera, Galdós retoma el relato de los
amores entre Inés y Gabriel Araceli. El autor
da cabida a un tipo de confrontación bélica, la guerrilla, desatendido
en el resto de episodios y resalta su importancia para expulsar a los
franceses, al tiempo que señala el daño que su estela provocó en la
política nacional. Para mostrar esta doble visión escogió al guerrillero
que más altura moral le merecía, el Empecinado, famoso por sus acciones heroicas y su calidad humana. Muy amena
Tres tipos ofrece el caudillaje en España, que son:
el guerrillero, el contrabandista, el ladrón de caminos. El aspecto es
el mismo: sólo el sentido moral les diferencia. Cualquiera de esos tipos
puede ser uno de los otros dos sin que lo externo varíe, con tal que un
grano de sentido moral (permítaseme la frase) caiga de más o de menos
en la ampolleta de la conciencia. Las partidas que tan fácilmente se
forman en España pueden ser el sumo bien o mal execrable. ¿Debemos
celebrar esta especial aptitud de los españoles para consagrarse armados
y oponer eficaz resistencia a los ejércitos regulares? ¿Los beneficios
de un día son tales que puedan hacernos olvidar las calamidades de otro
día? Esto no lo diré yo, y menos en este libro donde me propongo
enaltecer las hazañas de un guerrillero insigne que siempre se condujo
movido por nobles impulsos, y fue desinteresado, generoso, leal, y no
tuvo parentela moral con facciosos, ni matuteros, ni rufianes, aunque
sin quererlo, y con fin muy laudable, cual era el limpiar a España de
franceses, enseñó a aquellos el oficio. Galdós (1874)