La república era esto. A. Al Aswani
El general Ahmad Alwani no necesitaba despertador. Tan pronto el almocrí convocaba al primer rezo, se espabilaba. Tumbado en la cama con los ojos abiertos, permanecía murmurando las palabras de la llamada a la oración. Poco después, se dirigía al baño, hacía las abluciones aprisa y se acomodaba el pelo negro, teñido con esmero, salvo por un par de mechones canosos rebeldes que dejaba a ambos lados de la frente. A continuación se ponía su elegante chándal y se dirigía a la mezquita cercana. El jefe de la guardia le había pedido más de una vez que construyera una mezquita dentro de la villa, con el fin de facilitarle su protección , pero el general Alwani declinaba la idea. Le gustaba rezar entre la gente, como cualquier otra persona normal, así que cruzaba la calle a pie, rodeado de cuatro hombres de la escolta, que vigilaban el recorrido con sus armas listas para abrir fuego en cualquier instante. Luego, a la puerta de la mezquita, se dispersaban: dos de ellos permanecían en el exterior, y los otros dos se quedaban de pie dentro del recinto, custodiando su persona mintras él rezaba...
¿Qué ocurrió durante los dieciocho días de protestas multitudinarias? Alaa al Aswani estaba allí, entre todas las personas que salieron a las calles a luchar por su futuro, presenció toda la violencia por parte de los militares y decidió plasmarlo en su libro.
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