Sorolla en negro
La exposición dirige la atención hacia el color
negro a partir de la aparente contradicción que supone asociar a Sorolla
—pintor de la luz y el color— con el negro. De este modo, Sorolla en negro es una exposición que tiene la fuerza de un oxímoron: anuncia lo contrario que uno espera ver del pintor.
La intensa luz del Mediterráneo, las escenas llenas de color, los blancos de infinitos matices son los rasgos con los que se identifica al pintor Joaquín Sorolla y su vasta producción. Sin embargo, el negro, que puede considerarse como la antítesis del color, la oscuridad misma, también está presente de manera notoria en su paleta.
De hecho, la exposición cuestiona la idea de que el color negro, y cuanto significa, está reñido con la poética del pintor valenciano. La propuesta curatorial niega, pues, una gran parte de la tradición crítica en torno a Sorolla, empezando por sus propios contemporáneos. Se ha reunido una cuidada selección de más de 62 obras procedentes tanto de la colección del Museo como préstamos de instituciones y de colecciones particulares. Algunas de las obras expuestas, especialmente las de coleccionistas particulares, permanecían inéditas para el conocimiento del público como María pintando, 1911 o Retrato de Manuel Bartolomé Cossío, 1908.
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