Hiperrealismo en la colección Blanca y Borja Thyssen-Bornemisza
La presente exposición se abre con dos vistas neoyorquinas, una más clásica (People’s Flowers, 1971) y otra más reciente (Autorretrato cerca del Oculus en el World Trade Center, 2017) del representante más icónico del hiperrealismo americano, Richard Estes (1932), Charles Bell (1935-1995) pertenece, igual que Estes, a la primera generación del movimiento. Sus naturalezas muertas evocan con nostalgia el mundo de la infancia: sus temas favoritos son los viejos juguetes de hojalata, las canicas, las máquinas expendedoras de chicles y las máquinas de pinball, como la incluida aquí (Noches tropicales, 1991).
Miembro destacado de la segunda generación del fotorrealismo americano, Don Jacot (1949-2021) se dio a conocer en la década de 1980 con paisajes de su Chicago natal; después frecuentó, como Bell, los bodegones con juguetes vintage, para volver al final de su carrera a las vistas urbanas, como la incluida en esta muestra (La 49 con Broadway, 2019).
Tanto Bertrand Meniel (1961) como Roberto Bernardi (1974) y Raphaella Spence (1978) pertenecen a las últimas generaciones del hiperrealismo, convertido ya en un movimiento plenamente internacional. Bertrand Meniel cultiva el paisaje urbano; Lucky Dragon (2009) representa una esquina de Chinatown en San Francisco, combinando lo pintoresco más cercano y cotidiano (el bazar chino) con un hito monumental reconocible (la Pirámide Transamérica al fondo). La especialidad de Roberto Bernardi son los bodegones, coloristas y brillantes, de objetos de cristal y golosinas (Conejito en la esquina, 2019). Los dos cuadros de Raphaella Spence escapan a los temas habituales del repertorio hiperrealista para mostrarnos la exuberante vitalidad de la naturaleza (El sendero, 2019) y el alarmante deterioro del medio ambiente (Schweppes, 2022).
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