jeudi 20 octobre 2022

La particular memoria de Rosa Masur V. Vertlib

En la cocina de un piso comunal de Leningrado, ciudad que desde hacía poco volvía a llamarse San Petersburgo, aunque todo el mundo seguía diciendo Leningrado, la prostituta Svetlana narraba a sus vecinos sobre el lejano y fabulosamente hermoso Aix-en-Provence. Les hablaba de vastas avenidas y plátanos ancestrales, de cálidas veladas al sereno, de parejas que se abrazaban a la sombra de fachadas barrocas, de bares y de cafés repletos de gente, de los placeres de la vida y del arte de no hacer nada, de opulentas frutas y de platos con nombres de impronunciable belleza. En sus relatos, Svetlana evocaba la figura del último conde de Provenza, Renato el Bueno, a cuya vera ella había deambulado por las calles, cruzando ante edificios de estampa burguesa y ante suntuosos palacios nobles...

Autobiográfico en gran medida, Vertlib nació en Leningrado, su familia judia, sufrió todas las desgracias que relata Rosa.  El 750 aniversario de la ciudad alemana de Gigricht y el premio asociado es el pretexto que lleva a Rosa a contar su vida. A partir de la pag 380 cambia la historia, el drama y las injusticias, las humillaciones acaban. Aparece un Stalin héroe, asoma la luz y el sol de Aix, el sueño se ha hecho realidad.


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