dimanche 16 octobre 2022

El burlador de Sevilla T. de Molina

 Dirección y versión Xavier Albertí  Escenografía Max Glaenzel

Reparto:  Jonás Alonso: Anfriso / Ripio / Criado, Miguel Ángel Amor: Duque Octavio, Cristina Arias: Isabela / Belisa, Mikel Arostegui Tolivar: Don Juan, Rafa Castejón: Don Gonzalo de Ulloa, Antonio Comas: Rey de Castilla / Rey de Nápoles / Músico / Criado, Alba Enríquez: Arminta, Lara Grube: Doña Ana / Mujer, Álvaro de Juan: Marqués de la Mota / Soldado,  Arturo Querejeta: Padre de Don Juan / Embajador Don Pedro Tenorio, Isabel Rodes: Tisbea, David Soto Giganto: Batricio / Criado, Jorge Varandela: Catalinón

La escenografía, una larga mesa giratoria y un cortinaje que crean un espacio abstracto e impersonal. Un purgatorio para los sentimientos en el que todo está, como decía la vieja broma, a cero grados: ni frío ni calor. Tiene el montaje algún momento de belleza, como la lluvia fina que empapa a los actores, y una apuesta por el distanciamiento a través de la farsa también: Antonio Comas, actor y músico, combina su papel de Rey con números al piano y pito de caña -ese silbato que tiene toda chirigota que se precie-, una comicidad que choca con la austeridad expresiva del montaje.Las cuatro actrices aportan el fuego que les deja el código del montaje, escapándose como pueden con algo de emoción y talento, pero sin poder, claro, dejar de ser seres gélidos a los que cuesta asociar a una desgracia. Como ocurre con casi todo el reparto, son convidados de piedra también en esta historia. Don Juan burla a las mujeres y roba su honor -era entonces la prenda más valiosa- con burdos engaños como valerse de la oscuridad para hacerse pasar por otro. Falla el ritmo, la escenografía y el verso, se hace largo.
 

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