Los asquerosos S. Lorenzo
Nació en Madrid en 1991. Su padre era uno que le daba igual, a todo el mundo. Su madre, que lo mismo, era la hermana de mi exmujer, que no veo desde hace ya ni sé. No tenía más tíos que yo.
Impresionaba verle, con once años, buscando trabajo en Internet. Ni se lo iban a dar ni él lo iba a pedir, por su edad. Pero desde crío, Manuel ya estaba indagando sobre cómo sería verse a sí mismo metido en el mundo.
Manuel es nombre falso. pero es que no debo dar el verdadero.
Era uno de esos críos a los que ahora llaman "niños de la llave". Sus padres, por trabajo o relaciones, nunca estaban en casa. Manuel llevaba la llave de su domicilio colgada al cuello porque no tenía a nadie que se ocupara de él a la salida del colegio. Se supone que esta es situación carencial y penosa. Muchos, en su tesitura de desasistencia, se tirarían con los años por la autolesión, el juego de rol insano, el hostión en moto, la anorexia o el romanticismo salido de rosca.
No fue el caso de Manuel. Él alineó los pros y los contras de la incuria de la que era objeto y luego reflexionó. Para él, la falta de atenciones era una clara tajada de suerte.
Manuel, que impremeditadamente hiere con un destornillador a un policía
que le quería pegar, y ante el futuro desastroso que imagina huye y se
esconde en una aldea abandonada, donde su cuerpo sobrevive gracias a las
entregas de un supermercado que le gestiona su tío, y su alma a través
de los libros de la colección Austral que encuentra abandonados en la
casa…Muy divertido,
se percibe cierto pitorreo ante la moda de la ‘nature writing’, pero abordado con enorme gracia. Lo más curioso es que el personaje acaba por inspirar envidia, dan ganas de vivir como él, liberado de todo lo social y lanzado a una aventura gozosa, neomística (“su amor por la pobreza empezaba a ser lujuria”…) en un lugar donde ”a veces llovía tanto que olía a sardinas”… Y hasta se podría rastrear un homenaje cervantino: no podemos desvelar mucho, pero, como la de don Quijote, la segunda salida de Manuel es la definitiva, en un desenlace realmente hermoso…
Una novela estupenda, en fin, que además nos habla de la despoblación
en las zonas rurales, de la posibilidad de vivir con menos, del
“postureo” de la vida en el campo. Para disfrutar y discutir.
se percibe cierto pitorreo ante la moda de la ‘nature writing’, pero abordado con enorme gracia. Lo más curioso es que el personaje acaba por inspirar envidia, dan ganas de vivir como él, liberado de todo lo social y lanzado a una aventura gozosa, neomística (“su amor por la pobreza empezaba a ser lujuria”…) en un lugar donde ”a veces llovía tanto que olía a sardinas”… Y hasta se podría rastrear un homenaje cervantino: no podemos desvelar mucho, pero, como la de don Quijote, la segunda salida de Manuel es la definitiva, en un desenlace realmente hermoso…
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