بوف کور El búho ciego S. Hedayat
A lo largo de nuestra existencia hay heridas que nos corroen el alma, como si fuesen carcomas, en soledad.
No podemos confesar esas dolencias increíbles a nadie, porque suelen ser consideradas anomalías extrañas, hechos insólitos. Y si alguien se atreve a explicarlas, de viva voz o por escrito, la gente aferrándose a la opinión generalizada o a sus propias creencias, acoge sus palabras con una sonrisa irónica en los labios, pues el hombre aún no ha encontrado el remedio para curarlas. La única solución es buscar el olvido por medio del alcohol y del sueño artificial que producen el opio o los narcóticos. Pero, por desgracia, estos medicamentos, una vez disipados sus efectos temporales, lejos de calmar nuestro dolor, lo agravan.
Novela escrita por Sadeq Hedayat en 1947, cuenta la historia de un
consumidor de opio, que es también un decorador de escribanías, (las
cajas donde los escribanos persas guardaban sus materiales de trabajo)
Hedayat retrata en su novela (monólogo) su propia angustia. Abandonado al nacer por su madre una bayadera virgen del templo de Lingam, Bugam Dasí; criado por la nodriza Nana junto a su prima la pérfida mujer que se convertiría en su esposa, desesperado por no poder acercarse a ella que le engaña con otros sin esconderse. Una figura femenina angelical, una flor de dondiego de día azul añil, un viejo encorvado, sentado bajo un ciprés; un valioso jarrón de Ragues, la chusma "cuya vida comporta periodos y limites bien definidos, como las estaciones anuales, y que se acomoda en la zona templada de la existencia".
Solo le tengo miedo a una cosa, a morir mañana, antes de haberme
conocido a mí mismo. Pues el hecho de vivir me ha revelado el abismo que
me separa de los demás: he comprendido que, mientras sea posible, debo
callarme y guardarme lo que pienso. Si me he decidido a escribir ahora
es solo para que me conozca mi sombra (…). Para ella quiero intentar
esta experiencia, para ver si podemos conocernos mejor mutuamente.
Hay una constante confusión espacio-temporal, confusión entre realidad y sueño, repeticiones que parecen avanzar en círculo; referencias a ritos religiosos y
costumbres de Irán, sobre todo de la antigüedad persa. No hay lugar para el final del túnel, salvo la muerte, no hay artificio, salvo la belleza que huye del opiómano. Miedo, angustia, dolor, muerte, enfermedad, soledad, en gran parte vivencias autobiográficas de este escritor entre dos mundos en épocas de censura en su país y falta de reconocimiento y penurias económicas en Francia.
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