Helena o el mar de verano J.Ayesta
El dulce de guinda brillaba rojísimo entre las avispas amarillas y
negras y el viento removía las ramas de los robles y las manchas de los robles
y las manchas del sol corrían sobre el musgo, sobre la hierba suave y húmeda y
sobre la cara de los invitados y de las Mujeres y de los Hombres, que estaban
fumando y riéndose todos a un tiempo. Y brillaban también las copas azules para
el Marie Brizard y los cubiertos de
postre.
Breves relatos del paso de la infancia a la adolescencia de un
chaval de la clase media asturiana, enamorado de su prima Helena. El peso del
pecado y la culpa por el despertar de los sentidos. Todo ello en un año, de
verano a verano. Triste.
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