¡De rodillas, Monzón! J.M.Monzón
El día que cumplí sesenta años un amigo se acercó y me dijo: “Estás jodido,
a partir de ahora se te va a pasar la vida señalando el paisaje y
diciendo:”Todo esto era campo”.
Llegó tarde, llevaba haciéndolo mucho tiempo.
La secuencia final de la película
Blade Runner incluye un monólogo en el que un humanoide relata
una serie de experiencias que se perderán con su muerte: “He visto cosas que
vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión… He visto rayos
C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser… Todos esos momentos
se perderán…en el tiempo…como lágrimas en la lluvia.”
La realidad se limita al presente. El pasado no es común, habita en
cada uno. Mis evocaciones configuran un mundo que sólo existe en mí y que
transmito de forma reiterativa cuando ahora voy en la furgoneta hacia un bolo
con Los Insolventes a tocar rock and roll por ahí. A veces, me vuelvo de
golpe y veo que se están burlando porque es la décima vez que cuento algo.
Relato autobiográfico del Gran Wyoming hasta sus 17 años, repasa su
infancia, remonta a la de su padre, las ausencias de la madre, revive sus años
de colegial, de estudiante del Ramiro, de colegio de los Agustinos…Habla de una
España dictatorial, gris, tradicional, en la que la Iglesia y la Policía nunca
estaban lejos. Una España de corrupción e hipocresía que ensalzaba a los hijos
del régimen a los puestos decisivos para que nada cambiara. Casi ochenta años
después del fin de la Guerra, esa España nos sigue gobernando, robando,
aprovechándose de la riqueza de todos, y no se avergüenzan ni cuando se les
pilla con las manos en la masa. Se saben impunes.
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