vendredi 18 août 2017

Black, black, black M.Sanz



-¿Paula?
-¿Sí, Zarco?, qué me cuentas?
Ayer me puse mis pantalones con la raya perfectamente definida, mi pullover más elegante, mi chaqueta cruzada, y salí a la calle con los ojos ocultos tras unas gafas de sol. Me perfumé con una colonia que huele a madera y a musgo. Como un refinadísimo Philo Vance. Al mismo tiempo, fuerte, viril. Guapo. No puedo evitar ser una persona pulcrita ni que me gusten los muchachos de baja estatura y complexión débil. Ni que se me vayan los ojos.
Mis clientes son una familia destrozada por el estrangulamiento de su hija; una familia que no entiende que la policía no haya aún apuntado  con el dedo hacia ningún sospechoso y haya archivado el caso después de un año de infructuosas investigaciones. El marido de la muerta aún vive en el que fue su hogar conyugal y no puede decirse que sus suegros se fíen de él.
Un detective homosexual que mantiene buenas relaciones con su ex mujer y le cuenta sus pesquisas acerca del crimen de una joven geriatra casada con un albañil marroquí. Va conociendo a algunos de los vecinos, se enamora del joven Olmo coleccionista de mariposas, su madre Luz está en tratamiento y escribe un diario en el que confiesa crímenes, ¿reales?

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