Bienvenido Míster Cagada. J.Franco
Memorias caóticas de Luís García Berlanga
Yo no sabía ni qué hora era ni cuánto tiempo llevaba allí, de guardia,
con un mosquetón pesadísimo. Hacía un frío terrible, en aquella oscuridad, y
apenas podía moverme. Se oía sólo el ruido del viento y, de vez en cuando, el
aullido nada grato de algún lobo. No veía casi nada y, además, los ojos, las
cejas y las pestañas se me iban cubriendo de hielo. No sé qué temperatura
hacía, pero nunca había tenido tanto frío… ni tanto miedo. Llevaba un uniforme,
unas botas y un capote del ejército alemán, que apenas me protegían. Yo venía
de las tierras cálidas de mi Valencia natal y, de pronto, me encontraba en
aquellas tierras gélidas haciendo de heroico soldadito de la División Azul.
Para salvar a su padre, terrateniente, de izquierdas, centro y
derecha, el joven Luís se enrola en la División Azul, luego vuelve a España y
empieza sus estudios de cine junto a otro gran directos Bardem. Juntos harán
memorables películas, Bienvenido Mr. Marshall quizás la más conocida y
premiada. Su amistad no durará.
Berlanga se nos presenta como un ser bastante egocéntrico, algo
envidiosillo, repite una y otra vez que no le importan los premios y que no
cree en ellos, pero se siente muy orgulloso de su nominación al Oscar, por
ejemplo. Habla bien de los actores que trabajaron con él, de algunos
productores, mal de la censura, aunque fue uno de los privilegiados que pudo
hacer cine en la época franquista. Las memorias las escribe ya al final de su
vida, tras la muerte de su hijo Carlos, al que reconoce como genio; sin más
proyectos que la Ciudad de la Luz, hoy estrepitoso fracaso… no resultan amenas,
sí algo repetitivas.
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