Vigilancia líquida Bauman & Lyon
Este libro sugiere dos elementos significativos de la vigilancia. El primero y más importante, el estado ya no puede proteger a sus ciudadanos porque el poder ligado a la política se ha evaporado en un flujo y reflujo continúo. Desprovisto de esa posibilidad de control, el Estado se encuentra obligado a gestionar soluciones para problemas generados a nivel global, cuestiones que le son ajenas. La brecha entre los problemas impuestos, y la falta de recursos para llegar a las soluciones dispone al ciudadano a un estado ampliado de indefensión. Si bien, el ciudadano vive más confortablemente y seguro que en otras épocas, esa estabilidad no depende de él (aunque se le haga creer que sí). El sentido de seguridad y vigilancia alivian la ansiedad generada por la impotencia. Segundo, toda introducción de tecnología orientada a la vigilancia crea un mundo más inseguro. La paradoja se explica, agrega Lyon, parte de la falsa premisa que para acceder a la paz es necesario pasar por los dominios del orden. Porque buscamos un falso ideal de seguridad y felicidad eterna, es que reglamentamos al otro desde la desconfianza que nos inspira su presencia. Bauman explica sobre esta observación que la vigilancia es sólo una manifestación de una tendencia mucho más profunda, que puede explicarse por el ideal posmoderno de recrear ambientes de confort y placer, un mundo donde la contingencia, el accidente o el imprevisto sean eliminados de raíz.
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