Los Pazos de Ulloa E.P.Bazán
Por más que el jinete trataba de sofrenarlo agarrándose con todas sus fuerzas a la única rienda de cordel y susurrando palabritas calmantes y mansas, el peludo rocín seguía empeñándose en bajar la cuesta a un trote cochinero que descuadernaba los intestinos, cuando no a trancas desigualísimos de loco galope. Y era pendiente de veras aquel repecho del camino real de Santiago a Orense, en términos que los viandantes, al pasarlo, sacudían la cabeza murmurando que tenía bastante más declive del no sé cuántos por ciento marcado por la ley, y que si duda al llevar la carretera en semejante dirección, ya sabrían los ingenieros lo que se pescaban, y alguna quinta de personaje político, alguna influencia electoral de grueso calibre debía de andar cerca.
Claro reflejo de la sociedad rural y urbana del siglo XIX. Personajes mezquinos, brutales, ignorantes y crueles a partes iguales. Sólo Nucha y Julián, el eclesiástico, joven inexperto que conserva un compromiso moral se salvan. Nucha muere, Julián sera castigado.
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