La vida perra de Juanita Narboni A.Vázquez
Cada día me cuesta más trabajo ponerme las medias. Si tuviera ocasión y pudiera ir a Madrid, me compraría un abriguito de entretiempo. Estas cosas, indudablemente, son michelines. ¡Tócate bien, Juani! Michelines...¡Quién te lo iba a decir! Yo que siempre creí que eso era un anuncio. ¡Y pensar que aún no hace diez años yo era una mujer delgada! Delgada, delgadísima. "Patas de alambre" me llamaban las niñas en la escuela. Sobre todo aquella hija de puta de la nieta de madame Naudy. ¡Bien muerta está! Echo de menos los altavoces. Con este levante no creo que aparezca nadie por aquí. ¿ Qué habrá sido de Rina Ketty? Cantaba Sombreros y mantillas de morir. Ése es el hijo de Cecilia. Parece mentira.
La vida perra de Juanita Narboni es un largo monólogo en el que se intercalan extractos de conversaciones de todo quisque con quien se va cruzando la protagonista, así como las impresiones que le suscitan. Juanita vive atormentada, presa de un resentimiento que la consume. En sus pensamientos, Juanita arremete contra todo hijo de vecino, aunque de puertas afuera guarda las apariencias y trata de ser una ciudadana ejemplar. Se debate entre el conservadurismo en que ha sido educada y lo moderno representado en su hermana, ese chocho loco, como la llama no pocas veces, y sólo en el cine parece encontrar un mínimo respiro, cierta liberación. Por momentos la novela se hace pesada, pero no es esa pesadez propia del tedio o del desinterés: es que Juanita Narboni es pesada, es muy pesada. Leído 82/318


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