Luis Gordillo. dime quién eres Yo
Si hace un tiempo los dibujos que más interesaban a Gordillo dentro de su producción acababan siendo el germen de lienzos de varios metros, en el periodo en el que se centra la muestra de Alcalá 31 es el medio digital el que a menudo pone los cimientos de sus nuevos trabajos, por sus posibilidades combinatorias sin fin en cuanto a colores y formas, recomposición, corte o expansión. Con ellas jugó a partir del fregadero de su estudio, en el que advirtió opciones estéticas tras observarlo cada día, en Naufragio (2020): las imágenes que integran esta serie, de título lleno de ironía, se ordenan desde la repetición, la geometría y la combinación de motivos semejantes entre sí; a cierta distancia parecen muy parecidas, pero no lo son.
Hablábamos de extrañeza; a la hora de describir esa sensación, el artista nos invita a imaginar ratas moviéndose debajo de nuestra mesa. Estos animales aparecen en RATÓN: ¡No gravity!, como la representación de unas tripas supuso el comienzo de Tiempo sólido. Tiempo cosa, de las múltiples capas de imagen que llegaron después en un proceso que admitirá hasta medio centenar de variaciones en su deseo de colocarlo todo en un mismo plano. El engranaje de esas capas importa más a Gordillo que la belleza resultante.
Tanta extrañeza como retranca subyacen, igualmente, en las múltiples jirafas con las que trabajó en una sucesión de piezas presentes en la primera planta de Alcalá 31, partiendo de una de plástico que encontró en su casa: la llevó a fotografías, collages, pinturas y lonas, expandiendo casi hasta el infinito lo que originalmente era un juguete pequeño, del mismo modo que su pintura se extiende, como un mapa de posibilidades, a partir de un plano inicial.
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