Arte americano en la colección Thyssen
Selección de 140 obras, pertenecientes a la colección permanente, la
colección Carmen Thyssen y préstamos de la familia Thyssen. Dividida en cuatro secciones trata de reinstalar la colección atendiendo no a una visión cronológica y
estilística sino de manera temática y transversal. “La colección
llevaba 25 años muy estática y a lo mejor ha llegado el momento de
revolverla un poco”, afirma Alarcó. “Hemos querido mostrar lo que
creemos que es interesante y continuo en el arte americano así que hemos
elegido tres temas básicos, los tres que mejor definen el arte de
Estados Unidos: la naturaleza, el cruce de culturas y la cultura
material”. En todos estos temas se ve una continuidad, un espíritu común
que atraviesa el siglo XIX y el XX aunque hay determinados aspectos que
están ya presentes en el siglo XVIII.
El
recorrido arranca con una sección dedicada al paisaje, tema central en
la pintura del país y “germen de la creación de la nación americana”,
comenta Alarcó. En este
apartado subyace la idea de lo sublime en obras de artistas como Thomas
Cole, Frederic Church o Georges Inn que cuelgan junto a un Rothko y
muestran cómo la naturaleza se convirtió en fuente de espiritualidad.
Las primeras salas también dejan patente que algunas ideas, como la
alegoría de la cruz, forman parte de las pinturas de Ossorio o De
Kooning mientras que Georgia O’Keeffe recuperó la idea del pasado
místico del paisaje. “Cada vez que se mueven las obras del museo se
plantean nuevos interrogantes y se descubren nuevas obras”, añade
Alarcó.
La
exposición no se olvida de representar cómo se forja una cultura de
culturas en la que comunidades diversas interactuaban desde la alianza
hasta el conflicto. Algunas obras nos presentan a comunidades de
esclavos, asiáticos y afroamericanos pero también a la clase obrera.
Aquí se reúnen algunos grabados de poblaciones indígenas de Karl Bodmer,
retratos de colonos que posaron para John Singleton Copley o a la alta
sociedad de John Singer Sargent. El
recorrido continúa por una sección que se convierte en el retrato de una
cultura norteamericana moderna y urbana. En ella abundan los retratos
psicológicos íntimos y un paisaje urbano en el que la vida se
automatiza, el arte se fascina con el progreso y el ocio urbano busca la
creación de parques para huir del ruido y la contaminación al tiempo
que celebra el cruce de culturas a ritmo de jazz.
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