La Gran Cenobia Calderón de la Barca
A mediados del siglo III, las luchas internas están debilitando Roma. Cenobia, que ha accedido al trono de la región de Palmira en Oriente Próximo tras la muerte de su esposo, aprovecha el desgobierno para sublevarse contra el yugo romano y crear su propio imperio. Encadenando victorias en el campo de batalla, el nuevo reino empieza pronto a extender sus dominios por el mapa, llegando incluso a Egipto. Ciego de ira, ambición y celos, el emperador Aureliano no cejará hasta derrotar a Cenobia y anexionar de nuevo los territorios perdidos.
Calderón habla sobre el honor y la honra; sobre los designios y el azar; sobre la mudanza de la fortuna y el inescrutable destino. Y a estos temas se suman otros dos nuevos que Luis Sorolla ha incorporado en su versión: la fragilidad del concepto de “verdad” y la dificultad de algunas voces, aquellas que han sido vapuleadas por el poder, para hacerse oír bajo el peso de la historia. Ocupan en la versión un excesivo protagonismo. Isabel Rodes es Cenobia, una mujer fuerte, decidida, ambiciosa, determinada a ejercer su poder, aunque tenga que hacerlo frente a la inmensa losa del imperio romano. Imperio encarnado en la figura de Aureliano, José Juan Rodríguez, dispuesto a saltarse toda regla, sin moral alguna, sin ética y con el único norte de eliminar a Cenobia para sustituirla en el trono.
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