jeudi 10 juin 2021

Frankenstein en Bagdad A. Saadawi

La explosión se produjo dos minutos después de que se partiera el microbús Kia en el que viajaba la anciana Elisua Um Daniel, la madre de Daniel. Los pasajeros se volvieron de golpe y vieron aterrados, a través del cristal posterior del vehículo, como una inmensa nube de humo oscuro se elevaba por encima del aparcamiento junto a la plaza Tayerán, en pleno centro de Bagdad. Vieron a jóvenes correr hacía el lugar d ela explosión y varios coches amontonados en la isleta central o que habían chocado a consecuencia del pánico y del caos.  Después oyeron una barahúnda de voces entremezcladas, gritos crispados, gemidos y cláxones.

Lo tragicómico ha funcionado siempre muy bien como un punto de partida desde el que contar las secuelas de la guerra. Como si la condición humana ya te hubiera decepcionado hasta tal punto que es imposible tomársela en serio. Y de eso va esta novela: un trapero de Bagdad al que miran de reojo sus vecinos por su descuidado aspecto es un parlanchín contador de historias, un constructor de relatos. Pero no es lo único que fabrica: recoge restos humanos que las bombas de aquella eterna guerra de Irak sigue produciendo y produce un Frankenstein que toma vida, el Como-se-llame. Picaresca, novela gótica a ratos, nos mete de lleno en la urdimbre de una comunidad destrozada por la barbarie.


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