Nuevo orden M. Franco
Una adinerada familia mexicana vivirá en primera fila ese estallido de violencia. De su galería de personajes odiosos, Franco solo salva a tres: la hija de esa privilegiada tribu, una mujer cándida pero compasiva, dispuesta a ausentarse de su propia boda para salvar a una antigua criada que está entre la vida y la muerte; y dos de sus trabajadores domésticos, indígenas que no apoyan el uso de la fuerza. Entre la violencia simbólica de los ricos y la violencia física de los pobres, Franco elige la equidistancia. “Salvo a los que tienen buenas intenciones, incluso si son ingenuos”, responde el director.
La película genera perplejidad por las intenciones del director, que nunca quedan claras, y por la imprecisa lectura ideológica de lo que muestra. El Ejército se sirve de los indígenas para dar un golpe de estado e instaurar un regimen totalitario? “No quería dar mensajes ni educar, porque el cine no sirve para eso. Mis convicciones políticas no son importantes. La ambigüedad de la película es deliberada. La quise mantener abierta, aunque no fuera fácil, para que el público de distintos países pueda proyectarse en lo que cuento”, asegura Franco, que quiso que todo fuera tan indefinido como la pintura abstracta con la que empieza su filme, obra del artista mexicano Omar Rodríguez-Graham. Su título es más ilustrativo: Solo los muertos han visto el final de la guerra.
Aucun commentaire:
Enregistrer un commentaire