Minari L.I. Chung
Lo que cuenta Chung en Minari. Historia de mi familia está basado en su propia experiencia. Él es ese niño pequeño, David, que llega a un terreno de Arkansas donde su padre sueña con convertirse en agricultor en los años ochenta. Sus progenitores emigraron de Corea del Sur buscando el sueño americano y lo único que encontraron fue un trabajo en un criadero de pollos donde debían separar a las hembras de los machos, descartados estos últimos por no ser de utilidad. El patriarca de la familia, Jacob (Steven Yeun) se siente igual que esos pollos machos. No ha conseguido alcanzar una estabilidad económica para los suyos y la sombra del fracaso lo persigue hasta casi convertirse en una maldición.
Se inserta dentro de la tradición de películas sobre los choques estructurales que se generan en las comunidades migrantes, que nos lleva desde la ópera prima de Ang Lee, Manos que empujan (1991) a la reciente The Farewell (2019), de Lulu Wang. En todas ellas resulta de vital importancia la figura del abuelo/a que conecta directamente con las raíces que poco a poco parecen ir desapareciendo a medida que el núcleo familiar se integra en la nueva cultura. Aquí, encontramos a Soonja (Youn Yuh-jung), que, a pesar de su delicada salud, viajará para ayudar a su hija en esa utopía rural que no termina de ver clara. Será ella la encargada de unir tradiciones, de conectar al pequeño David con todo un imaginario que tiene que ver con la sabiduría ancestral y la naturaleza para fortalecer el cuerpo y el espíritu.En realidad, Minari. Historia de mi familia trata sobre la fe. Sobre la sombra de la religión como elemento asfixiante del que resulta imposible escapar, pero, sobre todo, sobre la confianza en uno mismo. Por supuesto, también habla de la identidad, de la pertenencia o no a un espacio determinado, algo que representa la planta que da nombre a la película, capaz de crecer en cualquier lugar y dar de comer a ricos y a pobres. Lee Isaac Chung adopta un estilo sereno y manso. En ocasiones parece tentado a abusar de tics indies, pero pronto asienta su mirada para fijarse en la pintura de escenarios y personajes de una manera muy bella y delicada.
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