El reflejo de las palabras K. Abdolah
Desde Amsterdam se tarda unas cinco horas en llegar a Teherán en avión. Luego hay que coger el tren y viajar otras cuatro horas y media hasta vislumbrar, como un secreto milenario, las montañas mágicas de la ciudad de Seneyán.
Seneyán no es bonita ni tiene mucha historia.
En otoño sopla un viento gélido y las cumbres nevadas se erigen en fondo sempiterno.
La ciudad no manufactura ninguna artesanía ni producto en especial. Y el viejo río Shirpala está seco, por lo que los niños pueden retozar alegremente en su lecho. Las madres cuidan todo el día de que ningún forastero se lleve a sus hijos a alguna de las hoyas del fondo.
Hermosa novela autobiografica en forma de cuento, los lazos indestructibles entre un niño y su padre sordo mudo en el Irán del Shah y los años posteriores a la Revolución islámica. Partiendo de un diario que su padre Aga Akbar, tejedor de alfombras, escribió utilizando signos cuneiformes y que Ismail se ha propuesto traducir nos transporta a la cueva de del monte sagrado del Azafrán. Conmovedor homenaje de un hijo a su padre.
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