La tía Tula Unamuno
Era a Rosa y no a su hermana Gertrudis, que siempre salía de casa con ella, a quien ceñían aquellas ansiosas miradas que les enderezaba Ramiro. O, por lo menos, así lo creían ambos, Ramiro y Rosa, al atraerse el uno al otro.
Formaban las dos hermanas, siempre juntas, aunque no por eso unidas siempre, una pareja al parecer indisoluble, y como un solo valor. Era la hermosura espléndida y algún tanto provocativa de Rosa, flor de carne que se abría a flor del cielo a toda luz y todo viento, la que llevaba de primera vez las miradas a la pareja; pero eran los ojos tenaces de Gertrudis los que sujetaban a los ojos que se habían fijado en ellos y los que a la par les ponían a raya. Hubo quien al verlas pasar preparó algún chicoleo un poco más subido de tono; mas tuvo que contenerse al tropezar con el reproche de aquellos ojos de Gertrudis, que hablaban mudamente de seriedad. "Con esta pareja no se juega", parecía decir con sus miradas silenciosas.
Compuesta en 1907 y publicada en 1921, La tía Tula narra la historia de la mujer que renuncia a una vida propia
para hacer el papel de madre de los hijos de una hermana muerta. Horrorizada por el aspecto animal de los hombres a Gertrudis le asquea el sexo, pero su fibra maternal la empuja a casar a su hermana con Ramiro para que engendren hijos, que tras la muerte de la madre, quedan a su cargo, así como el marido.
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