dimanche 16 juillet 2017

Hombres desnudos A.Gimenez-Bartlett

Me importa muy poco, ya no lo quiero. En estos momentos incluso me asalta la duda de si alguna vez estuve enamorada de él. Quince años de matrimonio, eso es lo malo: la sensación de tiempo perdido; aunque ¿qué hubiera hecho durante esos quince años de no haber estado casada con él? No lo sé; nadie está capacitado para adivinar el pasado, pero mucho menos para conjeturar cómo hubiera sido el pasado en caso de variar algunos de los componentes de nuestra vida. Debo de ser una mujer extraña; en vez de estar llorando a lágrima viva, mi sentimiento más intenso es la curiosidad. Quizá sólo pretendo ser diferente para no engrosar una nómina muy cómun: la de esposa abandonada.El asunto admite pocas interpretaciones: me han abandonado. Mi marido me ha dejado por otra más joven, más guapa, más alegre y optimista que yo. Al parecer es una chica sin problemas, fresca y lozana como una flor. Traductora simultánea en congresos. Rubia sin un céntimo. Probablemente inexperta en amores, debido a su juventud.
Hombres desnudos fluye sobre cuatro conciencias que se cruzan, antagónicas entre sí, en primera persona, mientras la autora permanece a un lado. El sexo está muy presente, pero también la crisis económica, las pasiones, la amistad, las diferencias sociales. El personaje más sorprendente por ser el más desquiciado es Irene, la rica empresaria que ha vivido protegida por padre y marido ve tambalear su lugar social, abandono del marido y venta de la empresa. Pero todos los demás están bien dibujados, la novela discurre a buen ritmo, la prostitución masculina y una nueva relacion de poder de mujer con poder ecónomico y lejos del rol madre/esposa tradicional. Curiosa.

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