mercredi 17 août 2016

El mandarín E. de Queirós



Me llamo Teodoro y fui escribiente del Ministerio del Reino.
En aquella época vivía en la Travessa da Conceiçao número 106, en la casa de huéspedes de doña Augusta: la espléndida doña Augusta, viuda del comandante Marqués. Tenía dos compañeros: el Cabrita, empleado en la Administración del barrio central, flaco y amarillento como una vela de entierro; y el bizarro y exuberante teniente Couceiro, gran tañedor de guitarra francesa.
Mi existencia era muy apacible y equilibrada. Durante toda la semana, con los manguitos de alpaca sobre el pupitre de mi oficina, me dedicaba a trazar en el papel Tojal del Estado, con una hermosa letra cursiva, estas sencillas frases: “Ilmo. Y Excmo. Sr.: Tengo el honor de comunicar a V.E. …Tengo el honor de entregar a V.E., Ilmo. Y Excmo. Sr…”
Cuento breve fantasioso y fantástico, no exento de humor. En un rincón apartado de China vive un mandarín inmensamente rico, Un genio te ofrece tocando una campanilla acabar con su vida, sin consecuencias penales para ti y en el mismo instante toda su fortuna pasará a tus manos. Tocarías tú la campanilla?

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