Las pequeñas memorias de Saramago
Aprendí a leer con rapidez. Gracias a los cuidados de la instrucción que había comenzado a recibir en la primera escuela, la de la calle Martens Ferrao,..., pasé , casi sin transición, a frecuentar de forma regular los niveles superiores de la lengua portuguesa en las páginas de un periódico, el Diario de Noticias, que mi padre traía todos los días a casa...Obviamente, no podía leer de corrido el ya entonces histórico matutino, pero una cosa tenía clara: las noticias del diario estaban escritas con los mismos caracteres cuyos nombres, funciones y mutuas relaciones estaba aprendiendo en la escuela. De modo que, apenas supe deletrear, ya leía, aunque sin entender lo que estaba leyendo. Identificar en la lectura del periódico una palabra que conociera era como encontrar una señal en la carretera diciéndome que iba bien, que seguía la buena dirección.
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