La cena M.Gómez Pereira
Una adaptación de la obra teatral de José Luis Alonso de Santos que sitúa la acción en un Madrid herido, apenas dos semanas después del fin de la Guerra Civil. El encargo es inverosímil: organizar un banquete para Franco en el Hotel Palace, convertido en hospital de campaña. Esa premisa sostiene una tragicomedia que mezcla con precisión humor, tensión y crítica social, aunque no todos los ingredientes logran la misma consistencia. La puesta en escena es uno de los grandes aciertos del film. La reconstrucción del Madrid de 1939 —vestuario, espacios, iluminación— es un éxito. El elenco funciona como el eje emocional. Mario Casas, en el rol del teniente Medina, y Alberto San Juan, como el gerente del hotel Genaro, sostienen una dinámica cargada de tensión ideológica y atracción reprimida. Casas encuentra un registro contenido, mientras San Juan aporta una naturalidad expresiva que equilibra ironía y vulnerabilidad. La química entre ambos da fuerza a una historia atravesada por la obediencia, el miedo y la supervivencia.
Donde La cena plantea su mayor desafío es en el tono. La decisión de usar la sátira como herramienta para exponer el miedo y la obediencia durante el franquismo resulta pertinente. Sin embargo, esa apuesta no siempre se mantiene equilibrada: en su búsqueda de un tono accesible, la comedia diluye por momentos la potencia política del relato. Aun así, la película no se limita al retrato histórico. Al abordar la censura, la represión de la sexualidad y la normalización de la violencia, el film dialoga directamente con el presente. La cena funciona como una advertencia sobre los mecanismos del poder y la persistencia de los discursos autoritarios en la sociedad contemporánea. El resultado es estimulante. Gómez Pereira logra una obra que entretiene, provoca y recuerda que la risa puede ser una forma de resistencia.


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