dimanche 16 novembre 2025

El entusiasmo P. Remón

Texto y dirección Pablo Remón Reparto Francesco Carril, Natalia Hernández, Raúl Prieto y Marina Salas Escenografía Monica Boromello Producción Centro Dramático Nacional y Teatro Kamikaze Duración 2h15 Teatro María Guerrero

Estructurada en un prólogo y cuatro partes que funcionan casi de manera independiente, El entusiasmo son varias obras en una. Un caleidoscopio de estilos diferenciados, que se complementan e incluso se contradicen, cuya columna vertebral sigue la vida de una pareja: sus conflictos personales, sus crisis matrimoniales, su relación con la maternidad/paternidad. Y también sus sueños, sus deseos, sus recuerdos, sus relatos y narraciones. La obra vincula el tema del entusiasmo en la vida de los personajes con el entusiasmo por la narración y por contar historias. Algunas de estas historias se centran en lo pequeño, en el mundo de la pareja, la maternidad/paternidad y sus complejidades, otras se alejan de la historia principal y nos llevan a otros personajes y otros mundos. El juego de la ficción está continuamente presente: los personajes se narran o se escriben unos a otros, alternando en sus respectivas reencarnaciones los roles de narrador/autor y personaje. Ficciones dentro de ficciones, en una estructura de cajas chinas que pretende ser un viaje emocional por la vida de estos personajes, a la vez que trata con humor e ironía el tema de la pareja, los hijos y la crisis de la mediana edad, en un artefacto teatral con la ambición y el juego propios de la novela posmoderna.

La sensación al salir de ver El entusiasmo es, cuando menos, ambigua. La primera es la de una distopía extraña. Uno no sabe por qué, pero tiene la sensación de haber visto una versión teatral reacomodada a estos tiempos de Escenas de un matrimonio. El uso de atrezos y símbolos temporales cambia. Pero el fondo de ambas no dista mucho: El Entusiasmo, al igual que la película, es un retrato generacional de la burguesía acomodaticia y sus avatares. Ambas abordan el tema de esa “desengañada gente de la segunda edad”. Larga sin necesidad, la escena de la madre/suegra no aporta nada; escasos momentos de interés.



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