Marco Arregi, Garaño
La lección principal que se puede sacar de la historia real de Enric Marco –el hombre que presidió la Asociación Española de Víctimas del Holocausto sin haber estado encarcelado en un campo de concentración– es que la realidad tiene múltiples pliegues y, por tanto, vale la pena agitarla y cuestionarla si se quiere llegar a una cierta “verdad”. En gran medida la película debe su logro a la notable labor actoral de Eduard Fernández, que se mueve como pez en el agua entre las dobleces de Marco, mostrando sin ambages su inclinación a la picardía, alumbrando la fuerza incontenible de un hombre tocado por la ambición, y haciendo verosímil el terror que se debe sentir ante la posibilidad de perderlo todo.
Se alarga demasiado, pierde ritmo en la segunda parte sin llegar a aburrir.
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