lundi 4 mars 2024

El que es digno de ser amado A. Taia

Querida Malika: ¿Ahí, en el fondo de las tinieblas, el mundo es bello por fin, verdad?No contestes a esta pregunta, por favor. No digas nada, nada más. Quédate donde estás, como eres, insolente hasta el final, con esa mirada dura, indiferente a todo el mundo, a mí sobre todo, mi asumida dictadora. Ni siquiera intentes entender los secretos que se esconden en esa pregunta mía, que se pretende inteligente. Sigue cerrando los ojos. Estás en paz. En el reposo eterno. Permanece en él. Sobre todo no te muevas. Te has ido. Estamos solos. Sobrevivimos, solos. Construimos nuestra vida después de ti, en vano.
 
Mezcla extraña entre ficción y realidad. Él mismo lo confirma entrevista tras entrevista: “Todo lo que pude escribir solo puede venir de mi vida, de aquellos que conozco en el mundo. No puedo inventar nada más que lo que soy”*. Taia escribe siempre desde si mismo, mostrando retazos de su propia biografía.
Cuatro hirientes cartas; la primera a  Vicent, con el que ha estado en una única ocasión, en París, una relación esporádica que ha marcado a fuego a este hombre con raíces marroquíes recién descubiertas. Vicent escribe la segunda misiva a ese Ahmed-de-una-noche, tres años después, del que ahora es esclavo maniatado por un hechizo que surge de la idea del amor.

La tercera misiva la escribe Ahmed a aquel que ha sido su pareja desde los 17 años. A través de ella describe las relaciones con Emmanuel, un rico francés que conoce al joven en Marruecos y se lo lleva después a París. Frente a la apariencia de libertad que muestran los homosexuales árabes en Europa, Con clara intención política y social, destripa la relación del joven árabe con el maduro francés.

En Salé se escribe la última de las misivas. La que escribe Lahbib, el amigo fiel. En ese caminar sin destino de dos amigos adolescentes, cómplices. De la memoria de Lahbib surge la historia cruel que nos habla de hombres blancos que compran a jóvenes marroquíes para tener sexo con ellos. Gerard es el hombre que tiene a Lahbib como un auténtico esclavo;  relación parecida a la que años después vivirá Ahmed en Francia, pero más brutal aún, más salvajemente injusta y demoledora.


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