vendredi 30 juin 2023

Lo oculto Thyssen

Los saberes ocultos han sobrevivido durante siglos en un entorno cultural hostil —dominado primero por la religión hegemónica y más tarde por el racionalismo y el positivismo— gracias a su capacidad de camuflaje e infiltración. Y es en las artes visuales donde las ideas y creencias esotéricas han encontrado el terreno ideal para sus mensajes cifrados: desde las alegorías herméticas del Renacimiento hasta las manifestaciones del arte de vanguardia del siglo XX.

En esta exposición, comisariada por Guillermo Solana, se reúnen sesenta y tres obras de arte de las colecciones Thyssen-Bornemisza (incluyendo tanto la colección permanente del museo como las colecciones privadas de varios miembros de la familia Thyssen-Bornemisza) en las que hemos detectado rastros de lo oculto que pueden documentarse. La tradición esotérica nos ofrece una serie de códigos para descifrar sentidos escondidos. Su valor consiste en revelarnos detalles y aspectos de las obras de arte que han pasado inadvertidos y proponernos nuevas lecturas heterodoxas.


Siguiendo el repertorio de las principales disciplinas y corrientes incluidas en la tradición de lo oculto, la exposición se divide en siete secciones:

(1) Alquimia. Las rocas fantásticas en los fondos de paisaje de la pintura renacentista –especialmente de la Escuela de Ferrara– pueden aludir a explotaciones mineras, vinculadas en la época a las investigaciones alquímicas. La alquimia reaparece con fuerza en el arte del siglo XX, por ejemplo en Max Ernst o en Lucio Fontana.

(2) Astrología. El interés por los cuerpos celestes y su influencia en la vida humana ha dejado huellas en infinidad de obras de arte de distintas épocas. Puede ser un zodiaco en una tabla religiosa, un horóscopo en un retrato o el mito del nacimiento de una constelación. Las estrellas y sus figuras virtuales volverán a apasionar a artistas como Miró, Cornell, Matta…

(3) Demonología. La fascinación por las variedades de lo demoníaco recorre toda la historia de la iconografía cristiana. Aparte de los diablos etiquetados como tales, en la pintura del Renacimiento y el Barroco hay una plétora de rostros grotescos, indicios de “mal de ojo” y otras presencias inquietantes que encarnan las asechanzas del Maligno.

(4) Espiritismo. El ocultismo renació en el siglo XIX bajo la forma de una obsesión por la comunicación con los espíritus de los muertos. La pintura fin-de-siècle, con sus figuras sonámbulas en ambientes crepusculares o nocturnos, evoca a menudo la atmósfera de las séances espiritistas.


(5) Teosofía. Fundado en 1875 por Helena Blavatsky, el movimiento teosófico combinaba elementos de la tradición esotérica occidental con religiones y filosofías orientales. A comienzos del siglo XX disfrutó de una enorme influencia cultural e inspiró a los pioneros del arte abstracto, como Kandinsky y Kupka, Balla y Severini, Mondrian y Van Doesburg.

(6) Chamanismo. El artista de vanguardia se identifica con la figura del chamán, mediador espiritual y sanador en muchas culturas. Picasso, Chagall, Kandinsky o Pollock son casos notorios de apropiación de objetos y rituales chamanísticos.

(7) Oniromancia y videncia. Los surrealistas se apasionaron por el ocultismo y adoptaron sus prácticas, aunque no necesariamente sus creencias. Investida de aparente rigor científico por el psicoanálisis, la interpretación de los sueños ocupa un lugar central entre sus obsesiones, especialmente vinculada a las premoniciones y los poderes de los videntes. Las obras de Dalí, Ernst, Tanguy o Delvaux dialogan en esta sección con artistas difíciles de encasillar como Schad, Balthus o Bacon.

 

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