Facundo de Zuviría. Estampas porteñas
La musa de Facundo de Zuviría
es Buenos Aires, pero lejos de los aires cosmopolitas de la capital
argentina. Para él, la ciudad revela su verdadera naturaleza en sus
barrios, donde las tiendas de los locales ocupan edificios antiguos y
descuidados desde hace tiempo. Zuviría entendió eso en los
ochenta, cuando trabajó en un programa cultural que lo llevó por toda la
ciudad. Su importancia acabó por cobrar significado durante la crisis
argentina de 2001. Sus imágenes durante aquel periodo de dificultades —cuando él y muchos
de sus compatriotas estaban desempleados— lo llevaron a ser testigo de
cómo esas pequeñas tiendas que le daban al barrio un sabor único fueron
desapareciendo, algunas veces de la noche a la mañana. Comenzó a tomar fotos de las cortinas cerradas, en composiciones en las
que miraba al frente para retratar líneas y formas repetitivas, algunas
veces colmadas de grafitis o anuncios desgastados, en blanco y negro. Son elegantes, melancólicas y casi reverentes; en algunos casos
recuerdan a Walker Evans (cuya obra Zuviría no conocía cuando comenzó a
dedicarse a la fotografía).
La muestra, que abarca
cuarenta años de trayectoria del artista, de 1982 a 2022, se concentra
en torno a 195 fotografías en blanco y negro y en color y ofrece un
itinerario lineal, un todo continuo por la obra de Zuviría solo
interrumpido por las series «Siesta argentina», la más conocida y
política, y «Frontalismo», gran ejemplo de su inclinación por la
composición y la simetría.
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