Alberto García–Alix. Fantasías en el Prado.
“Cada cuadro es un mundo. Y como tal, lo he tomado para inventar y
construir uno nuevo”, admite el fotógrafo. Con su mirada, su
imaginación, la superposición de imágenes, el enfoque, el desenfoque,
una pequeña linterna y el movimiento vibratorio de su cámara como únicas
herramientas, Alberto García-Alix ha repintado algunas de las obras
maestras del Prado, creando fantasmagorías, otorgando misterio, tensión y
movimiento a la pintura, y dotando de carne y respiración a las
esculturas. Sobre el proceso creativo de la serie Fantasías en el Prado,
García-Alix dice haber mirado en comunicación con la historia, la
política y el arte: “me he apropiado de tiempo, luz y pinceladas. He
tomado las de sus autores. Las de Goya para repintar su perro
semienterrado, las de Velázquez para rehacer Las Meninas, he velado a la
Gioconda bajo una mancha terrorista de pintura blanca, me he adueñado
del frenesí de Rubens para conseguir plasmar lo que él no se atrevió a
pintar en su época, y me he autorretratado con máscara de fiera con
ayuda de Rosa Bonheur… Nada es valorable, ni comparable con la emoción
que he sentido trabajando con los cuadros”.
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