Algo va mal T.Judt
Tras la catástrofe que fueron las dos Guerras Mundiales, Estados Unidos y Europa llegaron a un consenso: el Estado podía y debía intervenir “para compensar las insuficiencias del mercado”, cuenta Judt. Durante los treinta años siguientes ese consenso se mantuvo: fueran demócratas o republicanos quienes gobernaran en Estados Unidos, o socialdemócratas o democratacristianos quienes lo hicieran en los países de Europa, no hubo grandes disensiones: los Estados –cada uno en mayor o menor medida, naturalmente, dependiendo de su cultura política y sus posibilidades– debían proveer infraestructuras, medios de transporte públicos, subsidios al desempleo, viviendas protegidas, sanidad subvencionada, acceso a la cultura, límites de precios y mecanismos de ascenso social a todos los ciudadanos. La fórmula funcionó,se redujo la brecha entre ricos y pobres. Pero ese consenso, prosigue, se rompió en el transcurso de una sola década, entre mediados de los sesenta y mediados de los setenta. Separadas y unidas, la nueva izquierda y la nueva derecha acabaron con el orden de las cosas que se había mantenido desde la posguerra y alumbraron nuestro mundo. Por un lado, la economía de Reagan y Thatcher. Por el otro, una izquierda hedonista y más preocupada por las identidades minoritarias que por el proletariado. El resultado de esta simbiosis, en la que desde entonces nos manejamos políticamente, dice Judt en la primera frase de Algo va mal, es que “Hay algo profundamente erróneo en la forma en que vivimos hoy” La solución parece ser “Como ciudadanos de una sociedad libre –dice Judt– tenemos el deber de mirar críticamente a nuestro mundo. Si pensamos que algo está mal, debemos actuar en congruencia con ese conocimiento.”
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