Antología poética F. Brines
Los diferentes poemarios permiten comprender la evolución del autor, la resignación a veces dolorida con la que aborda la vejez y la decrepitud de los cuerpos, la memoria que borra los detalles para recrear un pasado que adquiere el carácter de mítico. Como escribe en 'Los veranos' (de 'El otoño de las rosas'): «Hoy parece un engaño que fuésemos felices/ al modo inmerecido de los dioses./ ¡Qué extraña y breve fue la juventud!»
Y más tarde, como si fuera una conclusión, el balance de una vida: «Mi carne, que ha vivido en el tiempo/ y lo sabe en cenizas, no ha ardido aún/ hasta la consunción de la propia ceniza,/ y estoy en paz con todo lo que olvido/ y agradezco olvidar./ En paz también con todo lo que amé/ y que quiero olvidado.// Volvió la hora feliz./ Que arribe al menos/ al puerto iluminado de la noche» ( 'Madrid, julio 1992)
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