Norma S. Oksanen
Después del entierro nada volvió a ser como antes, pese a que Norma aún lo creía posible en el momento en que dejó atrás al grupo de asistentes al funeral y se escabulló por el camino que llevaba a la verja del cementerio. A su madre no le importaría que pidiese un taxi para irse y los demás le daban igual: no quería estar con familiares que apenas conocía ni atedtiguar las intrigas de los posibles herederos de la casa de Naakka, un ema que no tardaría en salir a relucir, entre las empanadillas de Carelia y los sandwiches cortados por la mitad, mientras la abuela hilaba anécdotas con su frágil memoria. Con sólo subirse al taxi, Norma se libraría de toda aquella farsa. Trataría de volver a su rutina diaria y de enfrentarse a la muerte de su madre(¡nada de evitar los lugares que se la recordaran!). No llegaría tarde al trabajo, ni cogería un taxi en lugar del metro ni rompería a llorar por las mañanas al desenredarse el pelo con el peine de púas metálicas. No se olvidaría ni de comer ni de beber suficiente agua, ni permitiría que se desmoronase la vida que ella y su madre habían construido con tanto esfuerzo.
Una historia que auna intriga, realismo mágico y crítica social. Norma
es mágica por tener un pelo mágico, un pelo que crece, crece y crece...
un pelo que siente, un pelo que reacciona ante todo tipo de emociones.
Un pelo que produce en su dueña un olfato también mágico, detectando en
las personas cercanas y no tan cercanas las verdades y las mentiras,
detectando comidas, bebidas, medicinas... e incluso enfermedades y
muerte. Norma bucea en el pasado de su familia para entender el suicidio de su madre y su particularidad que le impide llevar un avida normal. Engancha.
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