samedi 5 décembre 2020

Mi tío Napoleón I. Pezeshkzad

 Un caluroso día de verano, para ser preciso un viernes 13 de agosto, aproximadamente a las tres menos cuarto de la tarde, me enamoré. La amargura y el anhelo que he sufrido desde entonces me han llevado muchas veces a preguntarme si de haberme enamorado el doce o el catorce las cosas hubieran acabado de forma distinta. 

Ese día , como todos los demás días, nos habían forzado -a mí y a mi hermana-mediante amenazas, uso d ela fuerza física y unas pocas promesas edulcoradas, a que nos fuéramos al sótano a dormir. En Teherán hacía un calor salvaje y la siesta vespertina era obligatoria para todos los niños. Pero esa tarde, como tantas otras, los dos esperábamos a que mi padre se durmiera para salir a jugar al patio. En cuanto empezó a roncar saqué la cabeza de debajo d ela colcha y miré el reloj de pared. Eran las dos y media d ela tarde. Mientras aguardábamos a que mi padre se quedara roque, mi pobre hermana pequeña se había quedado frita. No me quedó otra que dejarla durmiendo y, de puntillas, salir yo solo al patio.

Ambientada en el Teherán de principios de la década de 1940, Mi tío Napoleón es el retrato de una familia que vive bajo la esperpéntica tiranía de un patriarca estrafalario que idolatra a Napoleón Bonaparte. A la manera de un Quijote persa, acompañado por su fiel escudero Mash Qasem, el tío Napoleón, pues así le llaman todos, lleva con mano de hierro los asuntos familiares, para desesperación de sus parientes. Cuando surge el amor entre el joven narrador y su prima Layli, hija del firme tío Napoleón, un divertidísimo laberinto de intrigas y maquinaciones se pondrá en marcha para impedirles estar juntos. En el marco del jardín que comparten los hogares de la familia, brotan las conspiraciones, se suceden los adulterios más o menos tolerados, se dicen pequeñas mentiras y se ocultan grandes secretos. El único aliado del joven enamorado será su tío Asadollah Mirza, que derrocha ironía y encanto a partes iguales. 

Las escenas familiares, a cuál más disparatada y desternillante, y el constante desfile de personajes variopintos tiñen de humor el incierto destino del amor del narrador por su prima. Una historia entrañable, que rebosa comicidad, narrada con ternura y sabiduría por Iraj Pezeshkzad, y que describe magistralmente la sociedad iraní. 

Mi tío Napoleón está considerada una obra maestra de la literatura iraní moderna. Tras su publicación se convirtió en un fenómeno de ventas. Actualmente, sus protagonistas son iconos en su país como para el lector español puedan serlo Don Quijote o Sancho Panza, y algunas de las expresiones más habituales de los personajes han pasado al persa coloquial. El libro está prohibido en Irán desde la revolución islámica de 1979.


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