La madre de Frankestein A. Grandes
En el pabellon del Sagrado Corazón, donde se alojaban las señoras pensionistas de primera clase, los pasillos eran de tarima, madera de roble barnizada que brillaba bajo la luz del sol como un estanque de caramelo. Cuando la pisé por primera vez, apreciando la flotante naturaleza de las tablas que cedían bajo mi peso para crujir antes de recuperar la firmeza, no me di cuenta de que acababa de recuperar una sensación infantil. El suelo d ela casa de mi madre, astillado, negruzco, ya no parecía de caramelo. Había pasado mucho tiempo, más del que yo había vivido fuera de España, desde que lo barnizaron por última vez.
Los tres personajes de esta obra, Aurora Rodríguez Carballeira, famosa
parricida, la asistente María Castejón y el doctor Germán Velázquez,
entremezclan sus vidas en el manicomio femenino de Ciempozuelos, en unos
años en los que este tipo de enfermedades mentales estaban más que
estigmatizadas por el régimen franquista, y mucho más si se trataba de
mujeres, que era como no ser nada en aquellos tiempos. De la mano del parricidio que cometió Aurora Rodríguez Carballeira con
su hija, conocemos la vida de Germán Velázquez y las dolencias de
aquellas mujeres olvidadas, mientras disfrutamos de un fresco social
necesario para terminar de conocer aquellos años recientes de nuestra
historia. Y todo ello con una estructura en la que Almudena Grandes va
colocando piezas, armando un edificio que va cobrando sentido a cada
página, a cada secuencia, y que nos arrastra con él y con los senderos
que recorren estos tres personajes. Ameno
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