dimanche 27 décembre 2020

La madre de Frankestein A. Grandes

 Por la mañana, alguien tocaba el piano.

En el pabellon del Sagrado Corazón, donde se alojaban las señoras pensionistas de primera clase, los pasillos eran de tarima, madera de roble barnizada que brillaba bajo la luz del sol como un estanque de caramelo. Cuando la pisé por primera vez, apreciando la flotante naturaleza de las tablas que cedían bajo mi peso para crujir antes de recuperar la firmeza, no me di cuenta de que acababa de recuperar una sensación infantil. El suelo d ela casa de mi madre, astillado, negruzco, ya no parecía de caramelo. Había pasado mucho tiempo, más del que yo había vivido fuera de España, desde que lo barnizaron por última vez. 

Los tres personajes de esta obra, Aurora Rodríguez Carballeira, famosa parricida, la asistente María Castejón y el doctor Germán Velázquez, entremezclan sus vidas en el manicomio femenino de Ciempozuelos, en unos años en los que este tipo de enfermedades mentales estaban más que estigmatizadas por el régimen franquista, y mucho más si se trataba de mujeres, que era como no ser nada en aquellos tiempos. De la mano del parricidio que cometió Aurora Rodríguez Carballeira con su hija, conocemos la vida de Germán Velázquez y las dolencias de aquellas mujeres olvidadas, mientras disfrutamos de un fresco social necesario para terminar de conocer aquellos años recientes de nuestra historia. Y todo ello con una estructura en la que Almudena Grandes va colocando piezas, armando un edificio que va cobrando sentido a cada página, a cada secuencia, y que nos arrastra con él y con los senderos que recorren estos tres personajes. Ameno

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