La librería ambulante C. Morley
Me pregunto si no hay un montón de creencias bobas alrededor de la educación superior. Nunca he conocido a nadie que por ser hábil con los logaritmos y otras formas de poesía fuera más ducho lavando platos o zurziendo calcetines. He leído todo lo que he podido y me niego a "admitir impedimentos" para amar los libros; asimismo, he conocido a muchas personas buenas y razonables echadas a perder por un exceso de letra impresa. Por otro lado, leer sonetos siempre me ha provocado hipo.
Cuando apareció Roger Mifflin un predicador librero, en la puerta de la granja para venderle a
Andrew una librería ambulante, el Parnaso, Helen decidió que no podía
dejar que Andrew, su hermano convertido en famoso escritor, y la librería llegasen a conocerse (o lo perdería para
siempre), así que compró ella la librería y decidió tomarse unas
vacaciones. Simpático relato con dulces personajes que por extravagantes no son menos cercanos en sus sentimientos.
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