vendredi 13 novembre 2020

Shalimar el payaso S. Rushdie

A los veinticuatro años, la hija del embajador dormía mal en aquellas noches cálidas y sin sorpresas. Se despertaba con frecuencia, e incluso cuando el sueño llegaba a su cuerpo, rara vez descansaba, debatiéndose y agitándose como si tratara de librarse de terribles grilletes invisibles. A veces gritaba horriblemente en un idioma que no conocía. Los hombres se lo habían dicho, nerviosos. No eran muchos los que habían podido estar presentes mientras dormía. Por ello los datos eran escasos y no había consesnso; sin embargo, sí cierta coherencia. Según un informe, su voz sonaba gutural, gloticamente oclusiva, como si hablara árabe. El árabe de la noche, pensaba ella, la lengua de los sueños de Sheherazada. (leído hasta pág 46)
 

La ficción tiene momentos excelentes, dicen, y otros menos logrados, como el comienzo y el final de la obra, donde se cuenta el homicidio de Ophuls, que parecen sacados de una novela de John Grisham. me quedé ahí, en el largo comienzo.

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