vendredi 6 novembre 2020

Beloved T.Morrison

 

En el 124 había un maleficio: todo el veneno de un bebé.

Las mujeres de la casa lo sabían, y también los niños. Durante años, todos aguantaron la malquerencia, cada uno a su manera, pero en 1873 Sethe y su hija Denver eran las únicas víctimas. Baby Suggs-la abuela- había muerto; los hijos, Howard y Buglar, se largaron al cumplir los trece años...en cuanto bastó con mirar un espejo para que se hiciera trizas (ésta fue la señal para Buglar), en cuanto aparecieron en el pastel dos huellas de manos diminutas (ésta lo fue para Howard). Ninguno de los dos esperó a ver más: ni otra olla llena de garbanzos humeando en el suelo, ni las migajas de galleta esparcidas en línea recta junto al umbral. 

C’est l’histoire de plusieurs histoires. Celle de Margaret Garner qui, en 1856, préféra tuer sa propre fille plutôt qu’elle ne devienne, comme elle, une esclave.

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