Ordesa M.Vilas
Ojalá pudiera medirse el dolor humano con números claros y no con
palabras inciertas. Ojalá hubiera una forma de saber cuánto hemos
sufrido, y que el dolor tuviera materia y medición. Todo hombre acaba un
día u otro enfrentándose a la ingravidez de su paso por el mundo. Hay
seres humanos que pueden soportarlo, yo nunca lo soportaré.
Nunca lo soporté.
Miraba la ciudad de Madrid y la irrealidad de sus calles y de sus casas y de sus seres humanos me llagaba por todo mi cuerpo.
He sido un eccehomo.
No entendí la vida.
Las conversaciones con otros seres humanos se volvieron aburridas, lentas, dañinas.
Me dolía hablar con los demás: veía la inutilidad de todas las
conversaciones humanas que han sido y serán. Veía el olvido de las
conversaciones cuando estas aún estaban presentes.
La caída antes de la caída.
La vanidad de las conversaciones, la vanidad del que habla, la
vanidad del que contesta. Las vanidades pactadas para que el mundo pueda
existir.
Fue entonces cuando volví otra vez a pensar en mi padre. Porque
pensé que las conversaciones que había tenido con mi padre eran lo único
que merecía la pena. Regresé a esas conversaciones, a la espera de
lograr un momento de descanso en mitad del desvanecimiento general de
todas las cosas.
Ordesa es una crónica íntima de la España de las últimas
décadas, pero también un relato sobre todo aquello que nos recuerda que
somos seres vulnerables, sobre la necesidad de levantarnos y seguir
adelante cuando nada parece hacerlo posible, cuando casi todos los lazos
que nos unían a los demás han desaparecido o los hemos roto. Y
sobrevivimos. Emociona y conmueve.
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