Las rosas del sur J.Llamazares
Esta vez, el viajero empieza en su casa. Lo empieza y lo terminará, pues es un viaje a la región en la que vive; una región creada artificialmente tras segregarse Madrid de la histórica a la que pertenecía, la Castilla la Nueva del Quijote, algo que vino determinado, más que por diferencias geográficas, por razones políticas y de sobrepoblación. Y es que Madrid, que fue un pueblo hasta hace nada, tiene ya más habitantes que las dos Castillas juntas.
Sin olvidar el “quijotesco” templo de Mejorada
del Campo se dirige luego a las ciudades episcopales de Extremadura, La Mancha,
Levante, el Valle del Guadalquivir, “La frontera de Granada” (incluye Jerez,
Cádiz, Ceuta, Málaga, Granada, Guadix, y Almería) y a las sedes insulares de
las que llama “catedrales del mar” (Baleares y Canarias). Julio
Llamazares se ciñe con disciplinado rigor al objetivo de describir el monumento
correspondiente tras una jornada íntegra dedicada al lugar sagrado, en turno de
mañana y tarde. En cada caso, amplía la visita con un recorrido por la ciudad
que lo alberga. Se atiene a contar lo que observa, a referir el viaje, a
describir el alojamiento o a informar de los apresurados almuerzos. En los
templos, los apuntes artísticos e históricos no tienen intención de sustituir a
un discurso de arte o de historia. En ellos se fija también en la materia
humana, vigilantes, sacristanes o devotos. En las ciudades y pueblos subraya
algunos datos peculiares y anota las formas de vida, sobre las que habla con
los lugareños. En suma, deja constancia de lo que le ocurre a un viajero sin
otra intención que disfrutar de su periplo.
A pesar de las 696 páginas se hace muy amena la lectura, mitad relato de viajes, mitad recopilación artística de las catedrales. Qué mérito realizar la proeza de visitarlas todas y con la misma entrega!
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