Derecho natural Martínez de Pisón
Mi padre no siempre se pareció a Demis Roussos. Cuando Demis Roussos era ya Demis Roussos, medio calvo, barbudo, barrigón, envuelto en anchas túnicas con bordados de colores, el escaso pelo alborotado en largas guedejas, mi padre era todavía un hombre espigado, fibroso, con aire de galán y una buena pelambrera, vestido con polos entallados que dejaban asomar el pelo del pecho. En algún momento, a comienzos de la década de los ochenta, sus aspectos físicos debieron de confluir.
Relato familiar en la Barcelona de los años
setenta y el Madrid de los ochenta,al mismo tiempo nos muestra esa España de un tiempo que todos o casi recordamos. Sus personajes bien dibujados, Angel el narrador; el padre, errático actor de películas de serie B e imitador de Demis
Roussos, tiene una irrefrenable tendencia a la huida. Sus apariciones y
desapariciones estelares dejan huellas invisibles pero indelebles en
cada uno de sus cuatro hijos. La madre, por su parte, es una mujer
enamorada que, harta de creer en él, tendrá que hacer esfuerzos
sobrehumanos para tomar las riendas de su propia vida en una España que
aún no ha despertado del todo del franquismo.Una historia que engancha.
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