mercredi 10 janvier 2018

Sin destino I.Kersétz

Hoy no he ido a la escuela; mejor dicho, sólo fui para pedir permiso a la tutora y volver a casa. Le entregué la carta de mi padre, en la cual pedía que me dispensaran, alegando "razones familiares". Ella me preguntó cuáles eran esas razones familiares, y yo le contesté que a mi padre lo habían asignado a trabajos obligatorios. Dejó de incordiarme.
Al salir de la escuela, no fui a casa sino al almacén. Mi padre me había dicho que me esperarían allí. También dijo que debía darme prisa porque podían necesitarme. Por eso pidió que me dejaran faltar a la escuela. Quizá quería que estuviera "a su lado en el último día", cuando tenía que "abandonar a la familia", eso también lo dijo en otro momento. Habló con mi madre, si mal no recuerdo, por la mañana cuando le llamó por teléfono.
György,14 años vive en Budapest con su padre y su madrastra. Su infancia termina con la separación del padre, él acepta ir a trabajar a Alemania, una vez en Auschwitz la realidad va poco a poco alcanzándole. Al principio vive su deportación como algo insólito y festivo, no tardará en descubrir el sentido profundo del Lager: destruir cualquier forma de intimidad, confundir la humillación con la justicia, borrar la identidad individual mediante el deterioro físico, transformar el tiempo en un continuo homogéneo, donde carece de sentido realizar proyectos. La maquinaria del campo cumple su función y Gyürgy se convierte en un “musulmán”, que es el nombre que se utilizaba en el Lager para referirse a los que ya no muestran ningún interés en sobrevivir.
La normalidad del campo, los momentos de disfrute contemplando el amanecer o el paso de las estaciones, la solidaridad, la resistencia física y el agotamiento, el hambre, el abandono...no acaban con las ganas de seguir vivo, un día más. Y a pesar de todo la ironía!

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