mercredi 3 janvier 2018

Reconstrucción A.Orejudo

La historia comienza con el obispo Frederick levantándose de la cama y pidiendo un baño perfumado. Ayudado por una complaciente y dispuesta benedictina que acaba de entrar a su servicio, el obispo Frederick se sumerge en el agua tibia con un estremecimento de placer. Pide a la monjita que lo deje solo. Cierra los ojos y se abandona a sus sentidos. Se siente como el padre que espera al hijo que regresa, o más exactamente como el artista que da a conocer por primera vez su creación al público. En cierto modo, Bern es su obra. Es también su esperanza. Y la encarnación de su deseo, una prolongación de si mismo, un regalo. El obispo Frederick no será papa, como soñó en algún momento de su vida, pero ha llegado lejos, y puede morirse satisfecho. Bernd es un don que se le ofrece en la última etapa de su vida; la posibilidad de ir un poquito más allá. Un suplemento.
Estamos en pleno siglo XVI europeo, en 1535 en la ciudad alemana de Münster, en pleno debate entre los viejos católicos fieles a Roma y los rebeldes partidarios de Lutero, que van imponiendo su reforma para librar batallas más o menos caóticas y muchas veces más cruentas y disgregadoras de lo que se esperaba. Un obispo católico se dispone a recibir a un antiguo discípulo, joven amable e hijo de un orfebre (que a veces ha sido su amante) y que llega a la ciudad para predicar y ser consagrado sacerdote, pero que se va a convertir pronto en un líder anabaptista, Bernd Rothmann, cabecilla de la revuelta contra la corrupta jerarquía católica. La rebelión será aplastada, pero la semilla ha sido sembrada y no parece haber caído en el vacío.
Crítica muy completa en Varado en la llanura. 
Escritor que merece seguir.

Aucun commentaire: