El palacio azul de los ingenieros belgas F. Argüelles
Mi padre tomaba grandes tazones de café negro y llevaba siempre camisetas sucias que olían a alquitrán y a mi madre le decía lisonjas cuando quería algo, ternezas como prenda o encanto o princesa, pero voceaba furioso insultándola , llamándola perra asquerosa y cosas peores cuando ella se retardaba, y lo hacía con una voz ofensiva y metálica, agitando sus brazos inmensos, pero mi madre nunca le contestaba, jamás le decía una palabra de réplica, ni siquiera perdía su expresión de gratitud perenne.
Un día de septiembre de 1927, Nalo entró a trabajar en el palacio azul
de los ingenieros belgas como aprendiz de jardinero. Las primaveras y
las revoluciones llegaron al palacio antes que a ningún otro lugar e
iniciaron al joven en la amistad y el amor, en la comprensión y el
análisis. Fulgencio Argüelles, a través de un narrador certero que
observa con ternura, nos acerca a los avatares personales e históricos
de quienes vivieron y trabajaron en el palacio azul, y conforma un mundo
particular que trasciende a lo universal, pues, como apuntó Eugenio
d’Ors, «el alma popular es en todas partes la misma».
El libro me lo recomendó un joven librero, del autor no sabía nada. El
título es hermoso, la novela recibió el premio del Café Gijón en 2003. Relato de iniciación transcurre desde 1927 hasta el principio de la guerra civil.
Esta reseña es mucho más completa de lo que yo pueda escribir.
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