Les fauves
El fauvismo es sinónimo de libertad, de fuerza, de transgresión. En la pintura fue el estandarte de la revolución del color, de la ausencia de la perspectiva y del desapego a la tradición. La intensidad y la vitalidad arrolladora de un grupo de jóvenes artistas formados en distintos talleres modificaron el curso del arte en la primera década del siglo XX.
Henri Matisse fue su representante por excelencia y estuvo acompañado por otros artistas con los que compartió una nueva visión de la pintura y un deseo constante por aprender y experimentar. Él junto a André Derain y Maurice de Vlaminck
lideraron el grupo, en el que también se incluyeron Albert Marquet,
Henri Manguin, Charles Camoin, Jean Puy, Raoul Dufy, Othon Friesz, Georges Braque, Georges Rouault y Kees van Dongen.
Estos defensores a ultranza del color exacerbado
y de la ejecución de la obra a través de la percepción individual
desarrollaron varios temas con especial dedicación, como los retratos
entre los miembros del grupo, los paisajes lumínicos, la atmósfera del
mediterráneo francés, los espacios intimistas y la sórdida atmósfera
nocturna.
En este breve, pero apasionado periodo artístico, los fauves
sucumbieron a las fuentes del postimpresionismo de Van Gogh, Cézanne y
Gauguin y al neoimpresionismo de Signac, de tal manera que el conjunto de su obra se consideró como una revelación única para el cubismo y el expresionismo, dos de las vanguardias más relevantes de principios del siglo XX.
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